La periodontitis, también llamada «piorrea», causa inflamación profunda en los tejidos que rodean y sujetan los dientes, provocando su destrucción progresiva. Es un trastorno inflamatorio de origen infeccioso que afectan los tejidos que rodean y sujetan a los dientes. Es más frecuente en personas de mayor edad, siendo poco común en jóvenes y adolescentes. Afecta al 10% de los adultos jóvenes y al 25-30% de los adultos entre 50 y 60 años.
La gingivitis, es una de las enfermedades bucales más comunes, especialmente entre los jóvenes y se caracteriza por la inflamación superficial de las encías. Por lo general, no causa dolor y se manifiesta mediante enrojecimiento, hinchazón y sangrado de las encías al cepillarse o de forma espontánea. Si no se trata, en algunos casos, puede evolucionar hacia la periodontitis.
Los pacientes con periodontitis sufren síntomas como retracción de las encías (dientes más largos), espacios entre los dientes, movilidad dental, sensibilidad al frío, flemones y a veces quemazón y dolor en las encías..
Por otro lado, suelen presentar encías rojas, hinchadas y pueden experimentar mal sabor de boca. Algunos pacientes también refieren mal aliento y sangrado espontáneo de las encías durante el cepillado o las comidas.
Aunque la periodontitis puede ser dolorosa, generalmente no lo es, lo que hace que a menudo pase desapercibida para los pacientes.
Es importante tener en cuenta que los fumadores pueden experimentar una disminución en la circulación sanguínea, lo que resulta en un sangrado menos frecuente de las encías. Esto contribuye a ocultar la presencia de la periodontitis.
El diagnóstico de la enfermedad periodontal implica una evaluación integral que combina métodos y herramientas. Se recopila información clínica, se realiza un estudio radiográfico y se examinan las encías y los dientes.
La historia clínica es fundamental para el diagnóstico. Se recopila información sobre síntomas, historial médico y dental, hábitos de higiene y estilo de vida.
El estudio radiográfico muestra estructuras dentales y óseas. Revela signos de deterioro en los tejidos periodontales, pérdida de hueso, grado de afectación y presencia de bolsas periodontales.
La exploración clínica evalúa la salud periodontal. Se busca inflamación, enrojecimiento, hinchazón, sangrado y retracción gingival. Se mide la profundidad de las bolsas y se evalúa la movilidad, placa y cálculos.
En casos específicos, se emplean técnicas adicionales como pruebas microbiológicas y genéticas para obtener información más precisa.
En definitiva la evaluación integral que combina la recopilación de información clínica, el estudio radiográfico y la exploración clínica de las encías y los dientes. Esta aproximación resulta crucial para diagnosticar la condición periodontal del paciente, y así poder elaborar un plan de tratamiento efectivo y personalizado.
La enfermedad periodontal se origina en las bacterias presentes en la boca, especialmente alrededor de los dientes. Si no se eliminan adecuadamente, estas bacterias se reproducen y provocan la inflamación y destrucción de los tejidos.
Es importante destacar que las bacterias por sí solas no causan las consecuencias de esta enfermedad. Requieren de factores de riesgo y predisposición genética en el individuo.
También el tabaco, el estrés, la edad avanzada, la malnutrición y el consumo excesivo de alcohol son factores de riesgo importantes que facilitan la colonización de estas bacterias.
A los pacientes con enfermedad periodontal les preocupa frecuentemente la posibilidad de contagiar a sus parejas o familiares con quienes conviven. Es cierto que existen vías de transmisión de las bacterias responsables de la enfermedad, aunque no pueden desarrollar una periodontitis sin los demás factores involucrados.
No es motivo de alarma, ya que la transmisión de bacterias no garantiza que los receptores vayan a padecer la enfermedad, pero sí existe un riesgo que aumenta las posibilidades de desarrollarla.
Por lo tanto, es altamente recomendable que también acudan a una simple revisión para descartar la presencia de la enfermedad y recibir instrucciones sobre cómo prevenirla.
La supervivencia de los dientes dependerá de la cantidad de hueso de soporte que se haya destruido, por lo cual es crucial realizar un tratamiento temprano. Sin tratamiento, a medida que el hueso que rodea los dientes se va destruyendo, la movilidad de los mismos aumenta progresivamente.
Con el tiempo, los dientes pueden perderse, ya sea por su falta de estabilidad o porque se caen por sí solos. La mayoría de los pacientes experimentan una evolución lenta a lo largo de los años. Sin embargo en algunos casos esta evolución puede ser muy rápida, resultando en la pérdida de los dientes en un plazo de cinco años.
Es decir, que la distribución de la enfermedad periodontal, en un mismo paciente entre los distintos dientes es muy «caprichosa». Esto es, es posible encontrar dientes con poca o ninguna afectación, así como sus dientes vecinos estar gravemente afectados por la enfermedad periodontal.
En relación a los dientes que se han perdido, actualmente la solución más efectiva son los implantes dentales.
En el caso de la enfermedad periodontal, es importante destacar la importancia de abordar y tratar la enfermedad de las encías de manera temprana. Esto no solo contribuye a mantener una buena salud bucal a largo plazo, sino que también puede mejorar las posibilidades de éxito de los implantes dentales en el futuro.